De El libro de las canciones tristes
Te recuerdo y nada estorba más que los recuerdos,
blasfema que negaste la sagrada valía
de nuestra absoluta verdad que resplandecía.
Te recuerdo y nada estorba más que los recuerdos.
Te recuerdo y nada duele más que los recuerdos.
Supongo que la veleidad de tu cobardía
superó a tu genio que tanto me seducía.
Te recuerdo y nada duele más que los recuerdos.
Quizá lamente las desgracias y soledades,
mas conservo razón en culpar a la fortuna:
porque no caí por mis propias debilidades,
mi frente sigue digna antes soles y ante lunas,
¿puedes dar la cara ante las más grandes verdades?
Mi espíritu está libre de culpa inoportuna.