Dividir para reinar, se dice que uno de los primeros en usar esta estrategia y en revelarla fue Julio César en la conquista de las Galias. En parte es verdad, pero los galos o celtas constituían varias tribus que ya estaban en guerra entre sí, por lo que no tuvo mucho que hacer en este sentido. La estrategia, sin embargo, sigue siendo efectiva.
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El ministro del interior Rodrigo Delgado, luego de un incidente en una marcha contra la inmigración descontrolada, afirmó que “Chile no está preparado para el nuevo orden mundial”.
Se nos ha vendido la mentira de que la diversidad es una fortaleza, lo cual no es cierto. La izquierda, ya en la primera mitad del siglo pasado, buscaba nuevos sujetos revolucionarios, ya que la clase obrera de occidente no parecía interesada en una revolución y comenzó a tener legítimas posibilidades de ascenso social. La pequeña burguesía y sus valores tomaron forma durante la era victoriana, lo que hacía que más que la destrucción del orden existente, los individuos buscaran ascender en el mismo. Distintos pensadores de la Escuela de Fráncfort apuntaron al intelectual como el nuevo sujeto revolucionario y es por ello que las universidades se fueron transformando en centros de adoctrinamiento. Sin embargo, esto no sería todo.
En 1987, en su libro “Hegemonía y Estrategia…” Ernesto Laclau plantea que “Los movimientos ecologistas, los movimientos estudiantiles, el feminismo y las masas marginales han sido los candidatos más populares para el desempeño de este nuevo papel.” Hay que entender que, para los marxistas y/o postmarxistas, el grave problema de occidente era precisamente su bienestar, su paz y su armonía, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. El ex agente de la KGB, Yuri Bezmenov, confesó como la entonces Unión Soviética invertía la mayor parte de sus esfuerzos no en espionaje, sino en la destrucción de los valores tradicionales norteamericanos, muchos de los cuales son los mismos que los nuestros, y afirmaba también que la única forma de combatir esta desmoralización era fomentar nuevamente el más férreo patriotismo.
Estamos gobernados por mentirosos que dicen demasiadas mentiras. Hemos sido testigo de varias, la última de ellas mundial y nos ha tenido dos años o encerrados o volviendo nuestra vida social un fenómeno clandestino. La mentira de que la diversidad es una fortaleza es otra de ellas. Viví tres años como estudiante en los Estados Unidos, mi actitud durante esa época consistió en asimilarme lo más posible a la cultura que me recibía hablando su idioma, celebrando sus festividades. En aquellos días, ese país no estaba asolado por hordas de inmigrantes en la frontera, como ocurre hoy y, siendo un territorio y una nación mucho más grande, recibía muchísimos más inmigrantes que nosotros. Todos ellos, sin embargo, y muchos fueron mis amigos, vivían de acuerdo con los valores y el espíritu de su patria adoptiva. No llegaban a vivir del Estado, sino a trabajar primero en lo que fuera y, más tarde, ellos mismos o sus hijos lograban posiciones importantes en la sociedad americana.
En cambio, los movimientos masivos de personas han sido, desde la más remota antigüedad y desde Asia hasta América, una forma de controlar a la población, como cuando llevaron a los judíos a Babilonia o cuando los incas movían poblaciones enteras a nuevos territorios en sus mitas. Hay poderes en el mundo que buscan dominar todos los aspectos de nuestras vidas.
“La mentira siempre se ha utilizado con fines políticos. Las mentiras encubren la corrupción, los errores del pasado y los motivos ocultos y son un ingrediente esencial en las campañas políticas. A veces, sin embargo, las mentiras políticas toman una forma mucho más siniestra. Las mentiras se vuelven abarcadoras, abarcan todos los aspectos de la vida e infectan todos los rincones de la sociedad. Esta ocurrencia es una señal de que el totalitarismo puede estar aumentando. Porque, como señaló la filósofa política Hannah Arendt, el totalitarismo, en su esencia, es un intento de “transformar la realidad en ficción”. Es el intento de actores estatales corruptos y patológicos de imponer un relato ficticio del mundo a toda la población.” (Academy of Ideas)
La población chilena ya ha sido dividida de la misma forma que, por ejemplo, la sociedad americana. El feminismo interseccional ha logrado poner a las mujeres contra los hombres, dejando a los varones indefensos jurídicamente ante casi cualquier declaración de una mujer. Al mismo tiempo, las mujeres han sido llamadas a liberarse de todos los yugos, por tanto, una mujer que, por ejemplo, deja a un marido fiel, ya no es juzgada por la sociedad, ya que se entiende que ella tiene el derecho a buscar su propia felicidad y ningún deber. En este sentido, al liberar a las mujeres de responsabilidades y darles solo derechos, al punto de darles el derecho de deshacerse de sus propios hijos, las mujeres dejan de ser sujetos morales, es decir, dejan de ser personas que puedan ser culpadas por una mala acción y un hombre no tiene el más mínimo derecho a exigir ninguna reciprocidad. La internet está llena de videos de señoritas que se quejan de que los hombres ya no se les acercan y de hombres que se niegan a casarse simplemente porque es una pésima inversión. También hay videos de varones que responden con suma claridad y raciocinio.
En los colegios, escuelas y kindergártenes de Chile y el mundo, se ha instalado la idea de erotizar a niños muy pequeños y, por algún motivo insondable, se ha pensado que los mejores contadores de cuentos para niños son travestis o drag Queens. Intentaron adoctrinar a mi propio hijo en el colegio, sin embargo, el intento resultó infructuoso, debido a que su padre, que es profesor de filosofía, ya había hablado con él de estos temas. El entonces todavía niño le declaró a la adoctrinadora, que no era una profesora del colegio, sino una agente externa, que se autopercibía como un helicóptero de combate. Cuando le hicieron ver que no podía volar ni lanzar misiles, declaró entonces que era discapacitado y que reclamaba un trato especial. No todos los hijos, lamentablemente, tienen padres preparados para asumir el rol de educador principal, sobre todo en los aspectos éticos, y entender que la escuela no es más que un auxiliar en el proceso. La Convención Constituyente quiere quitarnos la libertad de enseñanza y condenar el negacionismo como delito, lo que quiere decir, negar las supuestas verdades que ellos sostienen.
Si la diversidad es una fortaleza, no lo es para los pueblos diversificados, multiculturalizados o multinacionalizados, sino para quienes pretenden someterlos. Una migración racional y controlada es incluso buena para los países. En Chile tuvimos las experiencia de la migración croata y la alemana, que contribuyó al desarrollo del país de manera impresionante. Estas personas, sin embargo, no venían a vivir de ayudas del Estado ni a que, como declara el candidato Gabriel Boric, este les regalara una vivienda. Con mucho, se les asignaron tierras deshabitadas para que produjeran. Estas migraciones fueron además una idea del gobierno de Chile, que quería que estos inmigrantes se transformaran en chilenos y, de esta forma, hicieran además soberanía en regiones remotas. El número de estos inmigrantes fue controlado. Podemos recordar migraciones posteriores como la española o la palestina, que también hicieron crecer al país.
Aquellos migrantes, sin embargo, no eran hordas que venían a vivir en carpas en las calles ni tampoco venían por una orden de una organización internacional que nada tiene que ver con la soberanía chilena. Nuestros políticos, partiendo por la ancha comisionada de los derechos humanos, vendieron la soberanía por cargos en estas organizaciones que tienen pretensiones totalitarias. El ministro del interior habla derechamente de Nuevo Orden Mundial e increpa al pueblo chileno por no estar preparado para él. Espero que no lo estemos nunca, porque este nuevo orden implica renunciar a nuestra soberanía.
El concepto de soberanía es clave, porque significa la potestad que tienen los pueblos para darse los gobiernos que quieran, normalmente a través del sufragio. Los funcionarios de las organizaciones internacionales no han sido elegidos mediante sufragio universal, sino que están donde están por medio de procesos burocráticos. En este sentido, el globalismo implica quitarles poder a los individuos al quitarles su voto. El adoctrinamiento universitario y la manipulación mediática juegan aquí un rol fundamental.
Aquellos que tienen acceso a trabajar en los medios tradicionales de comunicación son conocidos como la élite simbólica, ya que ellos manejan el lenguaje y los significantes de una cultura dada. Estas personas, luego de haber sido adoctrinadas en universidades a las que tuvieron acceso precisamente gracias al sistema “neoliberal” que denostan, han establecido, junto primero con los políticos de izquierda y luego incluso con muchos de lo que solía ser la derecha, la corrección política.
La corrección política no es otra cosa que una farsa destinada a secuestrar la palabra y sus significados para transformar una ideología determinada, como es la ideología del progresismo, en una falsa moral obligatoria y aparentemente universal. Lo que es la gran mentira detrás de todas las mentiras.
El así llamado progresismo no es otra cosa que la forma popular de las ideas de Gramsci, la escuela de Fráncfort, los posmodernos y de pensadores llamados post marxistas como Laclau y Guattari. El propósito de esto es acentuar las diferencias de todo tipo para crear esta diversidad, es decir las diferencias de sexo, orientación sexual, raza, edad, etcétera. Comienza con causas racionales como la no discriminación, la lucha contra el racismo o el respeto hacia las mujeres, pero termina en la irracionalidad de culpar a las generaciones presentes por problemas sociales arcaicos, como la esclavitud en los Estados Unidos o derechamente falsos como las microagresiones, los micromachismos y la apropiación cultural. Así la sociedad se atomiza en la mayor cantidad de grupos “oprimidos” entre comillas, lo que la vuelve diversa, es decir atomizada o, siguiendo a Guattari, molecularizada o, siguiendo a Julio César, dividida. Se crean nuevas identidades y cada una es de alguna manera ilusoria, víctima. Quien no cae en estas identidades y no es mujer, y/o de color, y/o LGBT es por cierto el enemigo. Por una parte, el enemigo es el opresor por excelencia: el hombre blanco heterosexual y además cualquiera que crea que la unidad es más importante que la diversidad, es decir, cualquiera que crea en la patria.
El sentimiento patriótico es lo que aúna a los pueblos y les permite crecer de manera colectiva. El sentimiento patriótico es lo que anula las diferencias entre los connacionales y les permite buscar el bien común de la patria, que es el de todos. Un egoísta inteligente no es distinguible de alguien altruista, pues comprende que no puede perseguir su propio bien, si no vive en una sociedad amigable.
Este sentimiento patriótico es, como dijo Yuri Bezmenov, el antídoto contra la destrucción moral de una nación y de todo occidente. Es por eso por lo que los intereses globalistas quieren eliminarlo por medio de estas mitas a la incaica y transporta personas de un lado a otro para reemplazar a la población de las naciones a las que quiere someter, transformando a sus habitantes originales en minorías. De esta manera, creen ellos, las distintas comunidades nacionales se debilitarán y finalmente los individuos terminarán cediendo sus derechos individuales a estas organizaciones, que realizarán su siniestro sueño, financiadas por los millonarios del Foro de Davos, guiadas por el plan siniestro de Klaus Schwab y las instrucciones dejadas por Soros.
Así, en vez de tropas, transportan legiones de verdaderos mendigos a quienes traen a nuestro país con promesas falsas y que esperan que el Estado, como quiere Boric, les regale viviendas, porque no son capaces de darse cuenta de que precisamente aquella política que en su país de origen lo controla todo, es la misma doctrina que los obligó a salir y ellos mismos son un instrumento de quienes quieren implementar el mismo sistema del que vienen huyendo, con ayuda de la ONU, que les regala unas mochilas celestes.
La naturaleza menesterosa de estas hordas es una especie de blindaje moral para que cualquiera que haga la más mínima crítica sea un racista, un xenófobo o aporofobo, es decir, alguien que tiene fobia a las personas pobres. Pretenden que esta compasión malentendida se oponga al sentimiento patriótico y lo haga ver como inmoral. Así, ay del chileno que se atreva a decir que Chile debe defender su frontera. El inmigrante está protegido por el discurso políticamente correcto, por lo que es una víctima y un ser de luz y tu amor a la patria lo revictimiza…
Mentira.
Un descontrol fronterizo como el que estamos viendo puede perfectamente hacer caer a Chile en la misma miseria de la que estos migrantes huyen. No les hacemos ningún favor a ellos aceptándolos ni mucho menos a nosotros y sí, la caridad empieza por casa.
Como dijimos antes, la esencia del totalitarismo es la mentira y el hecho de que nos estén exponiendo a mentiras constantemente es una señal de que es allí a donde quieren llevarnos.
Nos dirán muchas cosas por oponernos a la mentira, entre ellas dirán que adherimos a una ideología alemana de la primera mitad del siglo pasado, pero si bajamos la cabeza por miedo, perderemos incluso la libertad de pensar por nosotros mismos.
Siempre he formado parte de una tradición liberal clásica y laica, he creído en la libertad de culto y de expresión y he ejercido estas libertades siempre, ahora último con un inmenso costo personal. Sin embargo, sé que, si cedo, no tendré el derecho a reclamar de nuevo para mí tales libertades y estoy convencido de que son de la esencia de la naturaleza humana. No estoy dispuesto a vivir como un animal que es menos que un hombre.
“La mejor resistencia al totalitarismo es simplemente expulsarlo de nuestras propias almas, nuestras propias circunstancias, nuestra propia tierra, para expulsarlo de la humanidad contemporánea”, dijo Václav Havel en su libro El poder de los impotentes.
Havel fue un activista contra la dominación soviética de Checoslovaquia y terminó siendo el primer presidente de la República Checa, cuando el Estado plurinacional checoslovaco se desintegró, afortunadamente de manera pacífica.
Si nos quedamos en silencio, no tendremos siquiera el derecho a hablar en el futuro, pues seremos considerados negacionistas. Fernando Villegas comentaba que a la gran mayoría de las personas no les interesa la libertad, porque para lo único que la han usado es para salir “de carrete”, como llamamos en Chile a salir de copas, y que es por eso que no han votado y se han dejado engañar por los mentirosos. En otras palabras, estamos rodeados de una mayoría de borregos idiotas. Es posible, pero yo no soy uno de esos zombis y no estoy dispuesto a rendirme sin pelear. Yo creo que por la libertad se mata y se muere, como creyeron los primeros padres de nuestras naciones y si por eso dicen que adhiero a la ideología del pintor austríaco fracasado, me da exactamente lo mismo, porque aquel pintor defendía el totalitarismo y no la libertad ¿y a ti, te importa más el qué dirán los progres?