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Transcripción del video:
¿Cómo es que quebrar una taza en la cabeza de un progresista niega todas sus tesis?
La agenda pública se define como los temas que se ponen para la discusión pública. Hasta no hace mucho, los medios tradicionales, los políticos y los gobiernos eran quienes podían manejar exclusivamente esta agenda. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Esto ha ocurrido por varias razones, la segunda es porque se ha democratizado el acceso a la publicación, pero la primera y más antigua es el adoctrinamiento llamado progresista.
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Si bien ya he tocado este tema en el video “Disidencia controlada”, parece ser necesario revisitar el concepto desde un ángulo distinto. A pesar de que se dice estar en la era de la imagen, la palabra continúa siendo el principal medio de valorar, dimensionar y disponer de la realidad. Sin embargo, en general no puede crearla. Sectores del progresismo, ignorando este detalle, han hablado del rol performativo del lenguaje, con lo que quieren decir que la palabra incluso es la creadora de la realidad, ya que esta está compuesta sólo de acuerdos sociales, lo que es una aberración filosófica.
La filosofía es considerada como un tema denso e inútil por muchas personas de nuestro sector. Sin embargo, como ya explicamos en los videos acerca de la escuela de Fráncfort, es en ella en donde se han originado gran parte de los problemas que se han vivido en el pasado y que enfrentamos hoy. “Los pensamientos que mueven el mundo se mueven con pies de paloma”, afirmaba Nietzsche. Las ideas que terminan estableciendo los distintos regímenes políticos que, finalmente, condicionan nuestras formas de vida original se generan en el pensamiento filosófico para bien y para mal.
Es por esto que me veré obligado a ingresar en profundidades filosóficas que, si bien están disponibles para todos en la internet, no son de común conocimiento, en especial entre las personas del sector liberal y conservador. He dicho muchas veces que la mejor manera de esconder un billete de uno de los nuestros es dentro de un libro. Afortunadamente, este parece estar cambiando, sin embargo, ahora debemos combatir cierto espíritu bizantino que discute todavía el sexo de los ángeles. Algunos teóricos progresistas han dicho que esto comienza con el propio Kant, quien con su distinción entre fenómeno y noumeno habría establecido que es el observador quien construye la realidad. Esto fu bautizado como giro copernicano ya que, así como Copérnico cambió el centro del universo de la tierra al sol, así Kant cambia la construcción de la realidad desde lo externo a lo interno. Lo que no dicen quienes sostienen esta postura es que el sujeto trascendental o “yo pienso” no tiene agencia en la constitución del fenómeno, ya que este se constituye primero de las percepciones de los sentidos, segundo, de las intuiciones puras que son sólo el tiempo y el espacio, y las categorías que son cantidad, cualidad, relación y modalidad. Este aparato cognitivo no puede ser cambiado por el sujeto y es por ello que la palabra subjetivo en Kant debe ser entendida de otra manera, a saber, relacionada con el sujeto, pero no al capricho del sujeto, ya que este sujeto no puede modificar ni las percepciones de los sentidos, ni las intuiciones puras, ni las categorías. Por tanto, esta distinción no sólo no permite a los sujetos construir una realidad basada en acuerdos sociales, sino que además limita su acceso a la verdadera naturaleza de las cosas, lo que nos deja pudiendo conocer sólo aquello que la realidad permite mostrar de sí misma: el fenómeno.
Otro autor que se cita en este mismo sentido es Nietzsche, quien dijo que no hay verdad, sino solamente perspectivas. Estas perspectivas, sin embargo, tampoco eran las perspectivas de un sujeto determinado, sino de una voluntad de poder determinada. La voluntad de poder ha sido entendida por los posmodernos como poder, lo cual desvirtúa la posición nietzscheana. La voluntad de poder no corresponde a un determinado individuo, sino que es una forma de fuerza natural y es hija del concepto de voluntad de Schopenhauer. Para Schopenhauer, la cosa en sí de Kant era la voluntad de todas las cosas de permanecer en su ser. Para Nietzsche, esta voluntad no sólo es el deseo de las cosas de permanecer en su ser, sino su deseo de expandirse. Los individuos no poseen voluntad de poder, sino que son la expresión de esta voluntad de poder de permanecer y expandirse a través de los distintos individuos. Por tanto, no es el individuo quien determina una voluntad de poder, sino una voluntad de poder la que determina a los individuos. Nietzsche distingue dos voluntades de poder, a saber, la fuerte y la débil. Sin entrar en detalles, serán estas voluntades de poder las que determinen las perspectivas de los individuos y no al revés. Así, quien sea una expresión de la voluntad de poder fuerte tendrá una concepción del mundo y quien sea una expresión de la voluntad de poder débil, otra. La filosofía de Nietzsche es, en este punto, una filosofía moral y una crítica de la cultura. A Nietzsche le interesa saber que es lo bello, lo bueno y lo verdadero y su investigación le lleva a afirmar que estas cosas serán diferentes para hombres inferiores o expresiones de la voluntad de poder débil que para hombres superiores o expresiones de la voluntad de poder fuerte.
Tanto Kant como Nietzsche nos dicen que no podemos comprender todo lo que nos rodea, ya que estamos limitados por nuestras propias perspectivas, que son dadas por nuestro inmutable aparato cognitivo, en el caso de Kant o por la determinación de la voluntad de poder, en el caso de Nietzsche. El último dirá en sus fragmentos póstumos que la verdad es el error sin el cual una especie no puede sobrevivir. Es un error, porque no alcanza a comprender la verdadera naturaleza de las cosas y en este caso se parece, a pesar del propio Nietzsche, a Kant, sin embargo, es la verdad porque esa comprensión del mundo es lo que permite a una determinada especie seguir existiendo. A pesar de lo que dijeron los seguidores del pintor austríaco fracasado, Nietzsche no es filósofo político, sino un individualista. El filósofo Stephen Hicks ha cuestionado la concepción de Nietzsche como individualista, ya que para él el objetivo está más allá del propio individuo pues su superhombre aún no ha llegado, sino que es sólo anunciado por Zaratustra. A esto debemos responder que quienes preparan el camino del superhombre no lo hacen a través de movimientos sociales, sino a través de su propia comprensión de la realidad. En este sentido, por ejemplo, el budismo también es un individualismo, ya que cuando el individuo logra alcanzar la iluminación, deja de ser un simple ser humano, encontrando su finalidad fuera de sí mismo. Los que nos convoca hoy, sin embargo, es comprender que, tanto para Kant como para Nietzsche, existe una realidad externa que no nos es comprensible del todo, pero que debemos aceptar si queremos sobrevivir.
El progresismo, sin embargo, ha invertido a estos filósofos y nos ha hecho creer exactamente lo contrario: que la realidad es sólo lo que percibimos y que podemos percibir lo que queramos según nuestros propios deseos o caprichos. Esto es sencillamente aberrante. Este error tiene nombre y es conocido como voluntarismo, es decir, la creencia de que las cosas son como yo quiero que sean… porque yo quiero.
El filósofo Zenón de Elea, luego de escuchar la explicación de Demócrito que decía que la realidad estaba compuesta de átomos que se movían en el vacío, llegó al absurdo de negar el movimiento. Esto era porque las escuela de los eleatas negaba la posibilidad de la existencia del vacío, ya que el vacío es nada y la nada no es. Atrapado por esta paradoja, Zenón negó el movimiento. Ante esto, el buen Diógenes se puso a caminar alrededor de él diciendo “el movimiento se prueba andando”.
Aquí volvemos a la taza el principio. Si tú crees que las cosas son meros constructos sociales, quiere decir que una taza también lo es y que, si te la quiebro en la cabeza, el dolor y la herida son meros constructos sociales, ya que entender que una cabeza herida es inferior de alguna manera a una cabeza no herida no es más que una forma de opresión heteronormativa y patriarcal. Así como el movimiento se prueba andando, la existencia de las cosas puede probarse enfrentándonos directamente con ellas.